Ya lo decía Helena Rubinstein, "No hay mujeres feas, sino simplemente perezosas". El problema es que muchas veces a pesar de pasar mucho tiempo delante del espejo, cuándo acabamos no nos vemos más bellas sino todo lo contrario. La razón aparte de que tengamos un día malo, puede ser que no nos conocemos lo bastante.
Muchas veces estamos tan obsesionadas con las mujeres que nos parecen muy guapas y que admiramos que no nos paramos lo suficiente a observar con relativa objetividad nuestros propios rasgos. Sin problemas podemos enumerar las características que más nos gustan de nuestras celebrities favoritas: los labios de Angelina Jolie, los ojos de Halle Berry, las cejas de Inés Sastre, pero ¿qué nos gusta más de nosotras mismas? A veces no sabemos ni contestar.
El secreto de la belleza no está en ser perfecta, pues nadie lo es, sino como dice la supermodelo Heidi Klum, en su libro Body of Knowledge , tenemos que resaltar nuestros puntos fuertes y disimular nuestros atributos no tan positivos. ¿Quién se fija en la nariz de Sarah Jessica Parker cuándo resalta tan estupendamente sus ojos claros? Tenemos que ser nosotras también listas y cultivar nuestros focos de atención, aprender a subrayar nuestra belleza.
Tenemos que aprender a valorar lo que nos hace únicos, no escuchar las voces internas negativas sino que tenemos que re-educarnos para ver lo mejor de nosotras y a estar satisfecha con una misma.
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Foto: The daily green
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